viernes, 24 de agosto de 2012

P.D.: Gracias Soledad

Parezco estar conforme con esta pseudo coexistencia, con la taza de café a medio endulzar. Me siento todos los días en la misma silla, a ensuciarme los ojos con el periódico y, de paso, a olvidar el concepto que alguna vez tuve de una mujer que todos creen poseer y casi ninguno ha conocido. Le dicen Dignidad, creo que alguna vez logré escuchar sus pasos menguando en las calles de la Zona Colonial.
No recuerdo el día en que descubrí lo indispensable que viene a ser la soledad, trae con ella un momento perfecto en el que olvidas el mundo con un libro... Y el mundo, sin saber cómo, ni por qué, se olvida también de ti.
Es la soledad quien te hace entender que si nosotros envejecemos mal, el recuerdo envejece peor, porque existe el olvido, y es que el olvido... El olvido es el cáncer del alma.

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