martes, 28 de agosto de 2012

Nadie sabe que tengo diez años.

Siento que al despertar abro los ojos de una extraña, y me baño con las manos de una extraña. Al tocarme, no reconozco mi tacto, a lo mejor ya he cambiado de textura y es esta la primera vez que me detengo a notarlo.
Pero salgo del baño y mis pies sienten distinto, no intuyen el resto del día, no miden mis pasos, no se quejan por el frío o el cansancio. Y al secarme, lo hago desmesuradamente, no sigo el orden, no mido mi vientre o mis tetas, y al vestirme puedo sentir la humedad. Me paro en el espejo y olvido el ritual del perfume, y al mirarlo, veo la indiferencia, precisamente, de la misma extraña. Me mira como quien mira un insecto, no repite mis muecas. Y digo que no las repite porque no podría resignarme a pensar que algo me ha robado la expresión.
Y se marcha la extraña conmigo, me acompaña al trabajo y las fiestas, me robó mis amigos, mis libros, mis botines, mi piel, mi certeza, mi niñez, mi inocencia, los recuerdos, los días, los años. Y no hay nadie que sepa decirme que estoy loca, que no es una extraña, que crecí y eso no hay quien lo quite.

1 comentario:

Josseiris Cuevas dijo...

EXCELENTE, me fascina! Saludos.