lunes, 26 de agosto de 2013

Esto cabe en un vaso de whisky.


No es un lunes cualquiera.
Tengo más canas y menos escrúpulos.
Anoche todo estuvo a mi favor, excepto el whisky.
Miró mi ojera izquierda y la delineó con su pulgar derecho,
como queriendo borrarla.
Desvió la mirada y sus labios dijeron que todo iba bien.
No pude decir lo mismo.
Sonreí y de un solo trago dejé el vaso vacío.

Sigo tomando para evadir miradas.
Tomo cuando no puedo lidiar con tanta distancia.
Tomo cuando leo y cuando salgo.
Tomo cuando quiero callar, pero no callo.
Las cosas sin sentido escapan de mi boca,
sólo conservo lo indeleble, lo que mata,
lo que se anida en mi garganta
como el dolor se anida en la vida.

Ven, háblame con voz de que hemos crecido,
con voz de que nada es como lo pensamos.
Tú no estás aquí.
Quisiera reírte algo al oído
antes de que la risa se esfume,
antes de que tu regazo se convierta en otoño.
Quiero tempestad, quiero nostalgia.
Quiero seguir construyéndonos cuando todo va mal.

Añorar es un vicio,
añorar es morir pensando en lo no vivido.


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