A pesar de todo quedan sueños
y esos sueños me diluyen
como tú.
No estoy segura, pero puede que un día de estos me conozca
y acepte que no hay más muros que ese que construyes para mí
sin darte cuenta.
Tengo ochenta días de miedo a la semana,
no es fácil tragarme las palabras que decoro para ti,
para que no me entiendas.
Así puedo seguir viendo tus manos desde aquí
y borrar sus gestos a mi antojo.
Cierra los ojos y dime
si es mi piel o la tuya la que muere en este intento.
No hay salida de este hastío progresivo,
te dejaré esperando hasta que me odies,
hasta que no haya más opción que refugiarte
en veinte líneas de olvido y una intención desesperada.
Esto es casi un grito
casi un beso
casi un "ne me quitte pas" sin ataduras.
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