jueves, 18 de julio de 2013

Lejano

Espérame donde nadie me extrañe,
donde ensucian el café con un bostezo.
Allá ni siquiera se acuerdan de esta espina dorsal
que se cierne a mí como por arte de maña.
Aquí dispongo de todo lo incierto,
del hijo bastardo del olvido
que no para de fumar cuando lleva unos tragos de más,
igual que yo.
Rompí el calendario que me ataba a tus días,
ya no sé cuándo volver.
Esto no es para nadie,
no quiere a nadie, no quiere.
Pero espérame allá para que entiendas
que eres el residuo de mis circunstancias,
para que enredes mi pelo en tus fobias,
y seamos un solo miedo, un mismo odio, un mismo hastío.
Puede ser que entiendas también que mis manos son un tren
y no un refugio cualquiera,
que diciembre es el año más largo del mundo
y el color amarillo me saca de quicio
casi tanto como despertarme con tu nombre
en la punta de los dedos.
Me miro las manos y quiero decirte que no sabes nada.
Tú no sabes de nostalgia, coño, no sabes de mí.

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