martes, 1 de octubre de 2013

Un litro de soledad.

Y justo ahora que todo parece estar en venta
me he dedicado a regalar mis días.
Aunque sea tarde para robarte el alma 
y llevarla de paseo a esos lugares que esperan por mí
para llenarse de soledad y besos prestados.

Llevo un tiempo escapando de la vida segura
de ese futuro que incluye risas mal vestidas 
cargadas de conformismo.
Me abrazo a la certeza de saberme inmóvil,
de encontrarme rota en esta avenida
donde venir no es otra cosa que largarse.
Me pierdo en las conversaciones que no se dejan escuchar,
que están vacías,
como el cielo.

Hay tantas bocas bailando juntas 
con ropa de oficina y zapatos que a nadie le sirven.
Las veo cayendo, una a una, por el balcón.
Ya decidí acostar mi cabeza al lado de la tuya...
que pase todo lo que no deba pasar.

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