martes, 25 de noviembre de 2014

Anoche soñé que era una botella de vino.

Desde 1998 espero por alguien 
que me arranque la cabeza sin pensarlo,
hoy es el día.

La mano que me sostiene
me da calor a cambio de embriaguez,
a cambio de entender qué hace llorar de impotencia
a los pasillos,
que no pueden sostener tanta nostalgia.

Nunca pensé que estaría viva para ver
cómo me sacan el alma por la boca,
cómo se llenan de vida con mi muerte,
cómo se llenan de tiempo con mi espera.

Alguien toca la puerta
y la mano me deja sola junto a los cigarros,
los libros de poesía
y unas cuantas lágrimas secas.

Ya casi estoy vacía, pero no tengo miedo.
He vuelto a nacer sin romperme.


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