En la noche más larga del mundo
los transeúntes dejan caer sus caras
en las aceras de esta ciudad
que no es París y no es hermosa.
La muerte
recién nacida
va pisando las caras
y los perros le muerden las patas.
Los semáforos me roban el tiempo
mientras huyo de todos
y los maldigo
pisando el acelerador
como la muerte pisa las carascomo la risa pisa la muerte.
En la noche más larga del mundo
no hay nada que mate las horas
no hay luna que embriague las ansias.
El tiempo se queda dormido en mi cama
y no deja espacio para mí.
2 comentarios:
Me encanta tu prosa, sigue así. Saludos
Me encanta tu prosa, sigue así. Saludos
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